miércoles, 29 de diciembre de 2010

Voilà

Venga, vámonos y no finjas que tú lo entiendes…

Para qué perder más tiempo si lo mismo tú no eres quien para opinar, para saber lo que no has vivido, para contar lo que no has visto...

Olvídalo, hazlo de esa manera antes de que sea demasiado tarde… Te quemas, o yo, o no lo sé, pero sí sé que aquí no pintamos nada, que en esta historia lo mismo te dieron un pase equivocado y sí, para qué hacerlo más suave o más lento, hay muchas más personas por ahí, más de una y de dos, puedes joder a tantas como quieras.

Venga, no perdamos más tiempo, sí, ahora, tú… no.

Y mientras tú no, lo mismo nosotros sí… Todo se hace muy complicado.

Todo se estremece si enmudecemos pero todo ahora es lo correcto. Y mientras sea más nosotros y menos tú, todo será más fácil.

Venga, vete ya, lo has conseguido, uno más o uno menos, ahora sí, hazme caso.

Nosotros más y tú menos.

Voilà, allí hay alguien para ti, cógelo, arranca su ropa y quédate con pedazos de noche… Pero recuerda, nosotros más y tú menos, y lo demás para ti.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Con la miel en los labios - Esther Tusquets

“Sé que esto que sentimos, esto que tenemos entre las manos, tibio y suave y frágil y tiernísimo como un cachorro recién nacido, es la felicidad.
Antes de encontrarte a ti, no sabía en qué consistía, a pesar de que creía haberla experimentado algunas veces, y estoy convencida de que muchas personas, la mayoría, mueren sin haber tenido ni el más leve atisbo de lo que es. Pero ahora tú y yo si lo sabemos, y no serán admisibles posteriores olvidos: la felicidad, aunque rara, aunque infrecuente, aunque difícil, existe, y poco tiene que ver con la alegría, con el placer, con un amable bienestar. O sea que nadie nos podrá engañar ya nunca con sucedáneos, y, si la perdemos, perdida quedará, y no pretenderemos haberla transformado en otra cosa –haber transformado este amor, porque este amor y felicidad son aquí lo mismo–, ni rescatar los restos del naufragio, porque la genuina felicidad no admite, por esencia, metamorfosis ninguna, ni parciales rescates, no puede ni siquiera madurar, y si se rompe, no vamos a ir recogiendo los pedazos y recomponiéndola como si se tratara del jarrón de porcelana más bonito de nuestros abuelos…” (Esther Tusquets, Con la miel en los labios).

lunes, 13 de diciembre de 2010

Claro, lo olvidaba...

No es que necesite analizarlo todo siempre, sencillamente me ocurren cosas que son increíblemente extrañas.
Pero sigue siendo complejo, la manera en que tu mente funciona. Y yo no la entiendo. Ni ahora ni nunca.
No pretendo entenderla, la verdad… Solo esperaba congeniar con ella, esperaba que se recuperara y todo volviera a lo que solía ser la normalidad.
No me refiero a esa normalidad que nos volvía asquerosamente insoportables el uno para el otro, no me refería a esas conversaciones totalmente vacías y sin importancias. Cientos de conversaciones que podríamos habernos ahorrados, que yo ya he desechado de todos los recuerdos inútiles.
Y parece seguir siendo complejo. Un día puede ser sí como otro puede ser no. No sé qué es, no sé si me canso de este juego, de hoy te quiero y mañana me aburres. A ti te asfixia muchas de las veces mi insistencia y a mí son estas las cosas que me asfixian, que no puedo soportar… que hacen que día a día pierda mi paciencia en todo este ridículo asunto que a día de hoy pienso que no nos lleva a ningún sitio.
Pero qué digo, si ni siquiera soy capaz de publicar esta entrada. No soy lo suficientemente valiente como para gritar todas estas verdades que muchas veces siento por dentro. Me da miedo todo. Me da miedo perder o creer que gano para luego perder.
Me da miedo la soledad, bien es cierto. Me da miedo no ser capaz de encontrar a alguien que me haga sentir igual, que sienta que me quiere aunque solo lo parezca a ratos… que se quede horas colgado de un teléfono y me deje con una sonrisa de bobalicona como tú solo sabías hacer.
No soy capaz de decir esto, no soy capaz de decirte que si quieres algo ahora tendrás que luchar por ello. Me da miedo que ese no sea tu plan, que nuestros planes no coincidan y me quede sola, buscando una respuesta a qué hice mal o qué no hice sencillamente.
Quiero encontrar la manera de volverte loco, de que vuelvas a caer en lo que caíste hace apenas un año. Quiero que tengas ganas de verme otra vez, que te apetezca más que cualquier cosa hablar conmigo… Y supongo que no sé ni cómo conseguirlo.
Si escribo cosas como estas te agobio, pero cosas como estas son las que siento verdaderamente. Supongo que la gran mayoría de veces que escribo, me limito a explicar lo que me hace daño o lo que me asusta, lo que me entusiasma o lo que me hace feliz.
Y no recuerdo la última vez que escribí algo por lo que sonreía a cada segundo que tecleaba, a cada segundo que pasaba y yo era la más feliz del mundo.