sábado, 13 de noviembre de 2010

Todo llega, todo vuelve.

-¿Y cómo estás?
-No lo sé. Lo cierto es que no sé lo que siento. No es tristeza, pero tampoco es ira. Ya he pasado por esto, lo he llegado a superar… y por supuesto que esta vez es muy diferente, no -tiene nada que ver. Esta vez sé que es mi culpa. Solo la mía y quizás lleva razón. Razón con todo. Pero al menos ahora sé que no es el fin del mundo. Mañana, aunque ahora parezca que no, me despertaré. El sol seguirá donde siempre. Todo va a seguir siendo igual, con o sin él. Y él… bueno, él lleva razón y con su razón se puede quedar. No me sirve si él no quiere verme, no es lo que necesito. Y tengo frío. Y ahora siento rabia y digo que todo esto no es lo que yo había planeado… pero al menos sé que así es más fácil. Al menos sé que ahora dentro de poco podré tomar las decisiones sin tener que pensar en nadie más, sin tener que sentirme mal. Mi musa ha volado, ya no quiere estar conmigo… pero a pesar de todo, sé que no es el fin del mundo. Y eso es lo único a lo que me puedo agarrar ahora.
No quiero a nadie más en mi vida, no quiero meterme en las sábanas de nadie. Y me va a costar quitarme todo este pensamiento, pero sé que todo esto es pasajero como cualquier otra cosa. Cada día voy perdiendo la esperanza, pero cada vez que miro más allá de toda esta porquería sé que existe un sitio para cada uno de nosotros. El lugar que debemos buscar cada día de nuestra vida. No soy egoísta y él no es malo, pero no es lo que buscamos el uno en el otro. Me da igual si mañana me llama diciendo que se lo ha pensado mejor, le diré que sí sin pensármelo. Pero también sé que si no lo hace no me voy a morir. Ni por él ni por nadie. Todo llega, todo vuelve.

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